Estados Unidos eligió un presidente que no cree ni en el libre comercio ni en el multilateralismo. Con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, la “postverdad” (traducción al castellano del anglicismo “post-truth”) es la palabra del año. Así lo ha proclamado el Diccionario de Oxford luego de que las elecciones estadounidenses y el referéndum por el Brexit le dieran popularidad a este nuevo adjetivo, utilizado para describir aquellas situaciones en la que “los hechos objetivos son menos influyentes que apelar a lo emocional”. En caso de que Trump cumpla con el proteccionismo anunciado durante su campaña, ir hacia una relación bilateral equilibrada será imposible. Serán tiempos de postverdad sin lugar al arrepentimiento también en Argentina. Para argumentar esto hay que anclarse en dos hechos que venían siendo la norma creciente del ordenamiento productivo mundial: más del 80% de todo lo que se comercializa se viabiliza a través de cadenas de valor globales, y Estados Unidos implica el destino del 15% de las importaciones.
Desde 2001, la ya de por sí relación comercial deficitaria que en Argentina mantenemos con Estados Unidos, comenzó a deteriorarse en nuestra agenda de comercio exterior. Pasó de ser el primer mercado al que vendíamos nuestros productos (concentraba el 10% y el 18% de las exportaciones e importaciones, respectivamente) al segundo en 2012 y al tercero en 2014, quedando por detrás de Brasil y China. El año pasado las exportaciones llegaron a 3382 millones de dólares y las importaciones sumaron 7655 millones; lo que representan el 5,9% y 12,7%, respectivamente. El salto favorable se esperaba para 2017 tras las promisorias conversaciones con Barack Obama; y así como el cambio de mercados no logró revertir el déficit histórico; aunque los números de 2016 aún no cerraron, no se espera haya una modificación sustancial respecto de los de 2015.
El arribo de un presidente dispuesto a erigir una “política de muros” marca un quiebre que trasciende las propias fronteras del american dream. A la espera de los hechos, hasta conocer el panorama de las reglas y nombres que regirán la economía en la era Trump, la reacción general del empresariado estadounidense es de “wait and see”. Es decir, están pisando la pelota y decidiendo si hacen o retienen el pase y lo concreto es que, a diferencia de lo que aseguran desde el gabinete del Gobierno de Mauricio Macri, todo lo referido a las inversiones y programas de la agenda bilateral está frenado. Sin dramatizar, se necesitan rápidos reflejos por parte de un sector político y económico argentinos que había apostado al triunfo de Hilary Clinton, más cuando ya tenemos la certeza de que la “lluvia de dólares” se ha convertido en una expresión de deseo.
Miguel Ponce fue subsecretario de Industria y Comercio. Director del Centro de Estudios para el Comercio Exterior Siglo XXI (#CECES21)
FUENTE: CLARÍN