Las fronteras dividen; las aduanas conectan y protegen a la ciudadanía. El comercio es un factor clave para el desarrollo económico de cualquier país y por eso hay un clamor generalizado en pos de la facilitación; pero hay otro tan potente como el primero, sólo que exige mayor control. ¿Qué características debe tener una aduana para “rankear”bien en la escala global de eficiencia? Ser una gran equilibrista. Lejos de tratarse de un entrenamiento circense, la definición se refiere a la capacidad de hacer equilibrio en el sutil límite que separa a las políticas de facilitación de las de control.
Si hubiera que buscar “el año 0” para las aduanas, seguramente habría una coincidencia generalizada en que esa fecha es el 11 de septiembre de 2001. El atentado contra las Torres Gemelas, en Nueva York, marcó, de modo definitivo, un antes y un después en la modalidad y objetivos de trabajo de las aduanas.
Durante dos días, funcionarios de la Aduana, AFIP, representantes del Ministerio de Defensa y de Seguridad, del Poder Judicial, de diferentes fuerzas de seguridad, despachantes y empresarios locales y extranjeros debatieron sobre la “Aduana del siglo XXI”. Organizado por el Sindicato Único del Personal Aduanero de la República Argentina (Supara) y por la Federación de Funcionarios de la Recaudación Fiscal y Aduanera del Mercosur (Frasur), el seminario se transformó en una suerte de terapia grupal en la que se expusieron las necesidades, dudas y temores de los diferentes actores del comercio internacional: del déficit de infraestructura al pedido de reforzar la dotación de empleados y mejorar su capacitación; de la falta de coordinación entre los organismos que intervienen en la frontera al desafío que implica la lucha contra el crimen organizado; del aspecto fiscal y la responsabilidad legal de las diferentes partes al papel de la corrupción.
En el arranque, Carlos Sueiro, secretario general de Supara, describió de qué modo el modelo económico de un país impacta en la aduana: “Conocimos dos modelos de aduanas en el mundo: uno, el que operaba en una economía cerrada; otro, cuando el país se abre a la economía global”.
Sueiro explicó los rasgos característicos del funcionamiento de la aduana en el primer caso, cuando el flujo de comercio era “chico”:
El valor de la mercadería era determinado por el Estado.
Había un control sistemático de todo lo que saliera o entrara del país. Regía el principio de la desconfianza sobre los operadores.
Con la apertura económica cambió todo:
Se respetó el valor de la mercadería acordado por las partes.
El control pasó a ser selectivo: canal rojo (se controlan tanto la carga como la documentación), naranja (se controla, fundamentalmente, la documentación) y verde (se despacha la mercadería directamente).
Al mismo tiempo que la apertura provocó un fuerte crecimiento del flujo comercial, se incrementaron y diversificaron los riesgos y amenazas. Además de lidiar con los temas “tradicionales” como contrabando y evasión, los aduaneros tuvieron que enfrentar cuestiones relacionadas con normas ambientales, sanitarias y de fraude marcario. Hasta ahí, “amenazas manejables”, según Sueiro.
El gran sacudón llegó con el narcotráfico: “Es un tema que genera una preocupación generalizada, que pone en riesgo la salud y la seguridad de todos y que tiene gran cantidad de delitos conexos graves y violentos”.
La lucha es definitivamente despareja. De un lado, organizaciones internacionales con abundantes recursos para hacer inteligencia y detectar la mejor manera para ocultar droga en mercaderías lícitas. Del otro, advierte Diego Pérez Escobar, jefe del Departamento Narcotráfico de la Dirección General de Aduanas (DGA), “una agencia que controla pasajeros y mercaderías en zonas inhóspitas, con una estructura organizativa inadecuada, falta de capacitación policial y problemas operativos ante la falta de manuales de procedimientos para estos casos -se dijo que en las próximas semanas se presentará algo al respecto- y preocupación por la seguridad de los agentes, que en el interior paran automóviles con 300 kilos de droga sin siquiera un chaleco antibalas”, enumeró.
“Los métodos de ocultamiento cada vez son más ingeniosos y denotan la gran estructura de inteligencia de estas organizaciones para encontrar las debilidades de la cadena de control (se descubrió droga en cargamentos de carbón, vino, pescado y hasta alcohol en gel). Todo eso dificulta el control que debe hacer nuestra gente, y por más que vamos sumando experiencia y tecnología, ellos siempre están un paso adelante”, explicó Sueiro que reclamó, una vez más, por mayor capacitación.
Tras elogiar a los trabajadores porque con iniciativas como el seminario demuestran que “no sólo defienden los intereses del sector sino que tienen pensamiento estratégico respecto de nuestro país”, el titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), Alberto Abad, dijo que “hablar de la aduana del siglo XXI es hacer una apelación al futuro, que es el ordenador clave de cualquier organización”.
“Los expertos señalan que en el futuro, el crimen organizado tendrá un rol central. Sin embargo, lo que es central más allá de eso es la complejidad de la que el crimen organizado es sólo una parte. La aduana tiene que ver con el crimen organizado, pero en esta sociedad, al mismo tiempo, tiene que responder a necesidades fiscales, exigencias de los ciudadanos y de los operadores del comercio exterior; tener en cuenta que la cadena productiva está internacionalizada -el 50% de las transacciones en el mundo se da entre partes vinculadas y allí surge el tema de los precios de transferencia, la sub y sobre facturación-“, dijo Abad.
Según el titular de la AFIP, pensar al narcotráfico como un problema en sí mismo, desgajado de la corrupción, la evasión impositiva, el contrabando y la trata de personas, es no entender el fenómeno del crimen organizado. Aunque es difícil estimar cómo será el futuro, hay algo cierto: sabemos que las cosas serán diferentes, por lo tanto “lo que tenemos que hacer es prepararnos para el cambio”, sugirió.
“Hay elementos clave para manejar el cambio: flexibilidad, innovación y capacitación. La aduana es una organización neurona-intensiva. El último escáner es fantástico, pero detrás de eso hay una persona. Desde hace años hay una discusión respecto de la conveniencia de tener una agencia única. Es algo totalmente superado por los hechos. Tenemos un dispositivo institucional que muchos países querrían tener para atender el problema del crimen organizado porque podemos hacer un abordaje desde el punto de vista del contrabando, el narcotráfico, el tema impositivo y el lavado de activos, y desde los recursos humanos y la seguridad social”, añadió Abad. Por último, invitó a aprovechar las ventajas de la agencia única y de una base de datos gigantesca que debería ser utilizada en conjunto (con las otras fuerzas que intervienen en estos temas), además de fortalecer el intercambio de información tanto a nivel interno como con otros países.
A su turno, Juan José Gómez Centurión, director general de la Aduana, admitió que cuando se recorre la frontera argentina se ven los serios problemas que no sólo tiene el organismo que dirige. Contó que están trabajando con el Ministerio del Interior especialmente en lo que se refiere a la infraestructura de control en frontera. “Hay pasos aduaneros que no tienen electricidad o señal de Internet, otros en los que el personal aduanero vive en condiciones precarias. Otra mesa de trabajo es con el Ministerio de Seguridad, con el que estamos trabajando para bajar la porosidad de los sectores fronterizos que hoy es alta y constituye un peligro latente.”
Agregó que la Aduana debe trabajar intensamente en la seguridad, tecnología, capacitación y gestión de las zonas primarias aduaneras. “Hoy la seguridad en los puertos está prácticamente controlada por seguridad privada, que es un modelo muy endeble. Junto con el Ministerio de Seguridad estamos haciendo un relevamiento de los temas de seguridad en las zonas primarias aduaneras. Es un tema estratégico.”
Luego, anticipó que están “a punto de aprobar” una nueva normativa para los depósitos fiscales. “Hay que trabajar sobre varios puntos: el modelo de control, el transaccional y la capacidad de inventario online. El Estado debe volver a tomar conocimiento y control de ese sector privado que está gestionando una zona primaria aduanera”, concluyó.
El ministro de Defensa, Julio Martínez, dijo que “hay gente que cree que poniendo más aviones, radares y con los derribos se acabará el problema”, pero que aún “a poco de cumplir el control completo de radarización en el Norte, no desaparecerá todo eso porque se trata de un problema amplio y complejo”, además de que “el grueso de la droga ingresa al país por tierra y por vía fluvial y marítima”.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, describió las principales causas del avance del narcotráfico en el país: porosidad de las fronteras, características geográficas, connivencia de funcionarios públicos y privados y la inexistencia de controles adecuados en las fronteras.
Durante dos días se abordaron diferentes temáticas: desde la visión de expertos en tecnología aplicada en el control de fronteras y la situación de la Argentina en el mundo (un representante de la Cámara de Importadores se refirió, por caso, a la necesidad de que el país ratifique lo antes posible el acuerdo de facilitación comercial que promueve la OMC) hasta un prestigioso panel “judicial” en el que un grupo de jueces (Claudio Gutiérrez de la Cárcova, Juan Carlos Bonzón Rafart, Marcos Grabivker y Roberto Hornos) y Héctor Guillermo Vidal Albarracín (reconocido experto en la materia) trazaron un preocupante panorama respecto del avance del narcotráfico en el país, las estrategias para luchar contra el tema y la importancia de la interacción entre los jueces y las autoridades de control, entre otras cosas.
¿El resumen? Un detallado diagnóstico (costumbre muy argentina, tal como dijo Abad) de la situación, pero también una rica batería de propuestas para revertir las debilidades actuales. En el punteo de la agenda de prioridades aduaneras figuran la necesidad de transparentar y mejorar la imagen del servicio aduanero por medio de la profesionalización del personal y la difusión más clara y amplia del rol y responsabilidades de los diferentes actores que intervienen en el comercio internacional.
“Estamos convencidos de que el diálogo y el intercambio trazan el mejor camino para articular de manera conjunta la Aduana del siglo XXI que queremos y nos merecemos”, dijeron los organizadores. El encuentro fue un primer paso concreto hacia ese objetivo.
SOURCE: THE NATION