China entendió el mensaje de la apertura y el comercio en el mismo momento en que los ganadores de ayer buscan recuperar la prosperidad encerrándose; el lado oscuro de la globalización
Desde el muro de Trump y la prohibición a los inmigrantes hasta el alejamiento de Gran Bretaña de sus socios de larga data, la tendencia hacia políticas aislacionistas está en alza en Occidente. Hemos visto esto antes pero nunca tuvo el efecto deseado de hacer “grande nuevamente” a cualquier país.
Cuando el almirante chino Zheng He volvió a su país en 1424 luego de que sus impresionantes navíos -de hasta 120 metros de largo- hubiesen navegado los mares del mundo, el nuevo emperador Hongxi le ordenó borrar toda traza de su expedición. Así comenzó un largo período de aislacionismo para China. En 1793, cuando sir George McCartney encabezó una visita de la embajada británica al emperador chino Qianlong, encontró una corte rica pero con un país en crisis. Este período de historia china luego fue descripta como el “Imperio Inmóvil” en un libro de un escritor y político francés, Alian Peyrefitte.
¿Quién hizo la mayor contribución a la prosperidad del mundo? ¿La magnífica flota china cuyos descubrimientos fueron descartados o las tres naves insignificantes de Cristóbal Colón -cada una de apenas 22 metros de largo- que pocos años después abrieron el camino a nuevos mundos?
Un economista británico, Angus Maddison, ha tratado de echar algo de luz sobre el tema y explicar el desarrollo económico de largo plazo de las naciones desde? el año uno.
En aquel tiempo, China y muchos países europeos tenían PBI per cápita relativamente similares, estimados en alrededor de US$ 600. En 1300 el norte de Italia se convirtió en la región más rica del mundo con un PBI per cápita de más de US$ 1600. En 1600, Holanda alcanzó el primer lugar con un PBI que superaba los US$ 2650 per cápita. Para 1820 fue el turno de Gran Bretaña de convertirse en la nación más rica, gracias a su imperio comercial y la revolución industrial.
Para todos ellos, el comercio internacional y la apertura fueron fundamentales en cuanto a la creación de riqueza.
En contraste, China, que había vivido largos períodos de aislacionismo, no llegó al nivel del año uno nuevamente hasta 1963. Por casi 2000 años, los líderes chinos no habían logrado incrementar la riqueza a largo plazo de su población. En 1979, bajo la conducción de Deng Xiaoping, China revirtió las tendencias e inició una nueva política de “puertas abiertas” Los resultados han sido apabullantes.
Casa de los 50 puertos más grandes del mundo
Hoy el PBI per cápita de China es de más de US$ 8000. Y volviendo al comienzo -el transporte naviero- China alberga ahora más de la mitad de los 50 puertos más grandes del mundo y es responsable del 39% de las transacciones navieras del mundo.
Es un logro asombroso de la historia: China ha comprendido el mensaje de la apertura y el comercio en el mismo momento que los ganadores de ayer -Estados Unidos, Gran Bretaña y quizá pronto Francia y Holanda- creen que recuperarán la prosperidad retirándose de la comunidad global.
Por supuesto que uno no debe subestimar el lado feo de la globalización. Según la OCDE el 70% de los hogares de clase media en las naciones más ricas no ha visto ningún aumento de sus ingresos en los últimos diez años. En Estados Unidos el estancamiento de los ingresos afecta al 80% de esos hogares y casi al 100% en Italia. Tal tendencia merece tener respuesta y ser corregida, pero no con el enfoque proteccionista sugerido por muchos de los movimientos populistas de hoy, que han fracasado históricamente.
El valor de la vida
¿Por qué la apertura y el comercio crean prosperidad? Fundamentalmente porque en un mundo abierto con comercio libre la gente del otro lado de las fronteras, los enemigos de guerras pasadas, tienen más valor económico vivos que muertos. El día que China dejó de lado una estrategia de confrontación y revolución por una de apertura y comercio, se volvió una nación próspera y poderosa.
Víctor Hugo expresó la misma idea en su discurso memorable al congreso de la Paz en 1849 en París. Sus palabras ahora están inscriptas en el monumento que conmemora la batalla de Waterloo: “Llegará el día en que no habrá otros campos de batalla que los mercados abriéndose al comercio y las mentes abriéndose a las ideas” ¡Qué tragedia que tantos líderes de gobiernos hoy parecen haber olvidado las elecciones de la historia!
El autor es profesor emérito de IMD, donde fundó el centro de Competitividad Mundial.
Traducción de Gabriel Zadunaisky
SOURCE: THE NATION